Adrian Maben,cineasta,tuvo un sueño.Soñaba que en las ruinas de una ciudad legendaria,sepultada bajo la mano temblorosa del Vesubio,cuatro bardos londinenses vendrìan diecinueve siglos màs tarde a musicalizar, de sus surcos ,los lamentos de granito.
Entonces vio que le llamaban,para confesarle la historia de una era desgajada de improviso.
Primero escuchò un murmullo,o quizàs el latido de un grito petrificado sin saber por què,aquel 24 de Agosto del año 79 d.j.c.Parece ser un eco lejano,un gemido del universo que se contrae al ver sus llagas expuestas sin su consentimiento,pero no,proviene de aquì,de las ampollas candentes que claman memoria,que piden en un aullido enyesado una ùltima estrofa,un verdadero epitafio para unas tumbas que ellas no querìan.
Pero la vida es como una sala de misterio,en donde la lascivia y el desenfreno no duran para siempre,o quizàs si,si uno de estos dìas alguien te cortase en trocitos y te hiciese cantar como un perra,aunque fuese como una broma,sòlo asì podrìas tratar,al menos de conocer el verdadero corazòn del sol infinito,que està allì sobre tu cabeza,pero inasible,tan cerca pero tan lejano,como los ecos de una manada de ballenas que eyaculan ocèanos perdidos.
1 comentario:
Buen texto Ramirez. Y sí, Pink Floyd alcanzó uno de tantos logros musicales, al deleitar a cada cadáver aplastado por el fuego, con "ESA" psicodelia tan particular.
Suerte protozoo, sigue escribiendo.
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